-Yo soy el dueño de este mirador- dijo el humilde viejo. -No se les ve el fin a las montañas, ni las nubes conocen donde terminan mis terrenos. Las casas, la gente, el bosque, el río, las palmeras, los animales, las aves, los insectos, los colibrís, hasta los sueños de todo lo que ve frente a usted me pertenecen.
A todo esto, yo pregunte, -¿y quién es usted, debe ser alguien muy importante?
A lo que el viejo volteo y me sonrió: -Usted ya sabe quién soy.
Y si en efecto yo ya lo sabía, sonreí de vuelta y le dije –pues sí que usted es alguien importante, y debe ser muy rico si todo esto que esta frente a mis ojos usted lo considera como suyo.
El viejo solamente dio las gracias y me sonrío, para seguir subiendo por la montaña.
Salento, Colombia. Enero 2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario