SURCOS EN LA PIEL.
-En
lo alto del cerro en el Pueblo de las Lajas, Nariño. Colombia. Un día cualquiera del mes de Junio del 2017-
Y de pronto se apareció
ese señor de edad avanzada con rasgos totalmente indígenas. En su frente
llevaba tatuados los surcos de la tierra que había trabajado durante toda su
vida. Llevaba tres vacas amarradas a él y un becerrito que los venía siguiendo.
Ana la señora del pueblo
con la que hablábamos sobre la calma y belleza del lugar lo saludo. Él le respondió
en su dialecto; a mí nunca respondió el saludo pero cuando hicimos contacto visual
pude apreciar en su mirada toda una historia de vida. Un cuento de una historia,
de trabajo, de tierra y de sobrevivencia. El señor se quedó atrás yo solo lo
volví a ver cuándo frene unos instantes a tomar aire y a hablar con otra señora del pueblo que estaba
cuidando a su nieta. Allí vi como el
señor dejo su ganado, se quitó su
sombrero para limpiarse el sudor y se metió en su casa de adobe. Después de
unos minutos salió con el sombrero arria de la cabeza, jalaba con una soga a un
caballito mientras que un perrito que
les daba vueltas. Mientras conversaba con la señora el señor nos pasó en la
subida sin siquiera notar nuestra presencia como si fuéramos unos fantasmas, o como si él
o sus animales lo fueran.